El daño cerebral y las patologías neurodegenerativas, lo que más rehabilitación requiere.
La neurorrehabilitación debe abordarse de forma integral, combinando
las esferas física, cognitiva y social, debido a la complejidad de las
lesiones.
El daño cerebral adquirido, bien traumático (traumatismo
craneoencefálico), vascular (ictus o hemorragia cerebral), infeccioso
(meningitis) o tumoral, así como las enfermedades neurodegenerativas
como el párkinson o el alzheimer, y las enfermedades de la médula y de
la columna vertebral representan las patologías que necesitan más
cuidados neurorrehabilitadores para poder garantizar al paciente la
vuelta a una adecuada calidad de vida. En niños, en cambio, “los
neurorrehabilitadores se centran en tratar enfermedades congénitas y
genéticas, la parálisis cerebral infantil, las alteraciones de
psicomotricidad y trastornos por déficit de atención e hiperactividad
(TDAH), causas frecuentes de problemas de escolaridad y alteraciones del
comportamiento en la edad infantil”, comenta Luis Gangoiti, director
médico del Instituto de Rehabilitación Neurológica NeuroMadrid.

Asimismo, la utilización del ordenador ha brindado nuevas posibilidades de acción, principalmente para la rehabilitación neuropsicológica o logopédica, la utilización de estimulación eléctrica funcional o la realidad virtual. “Además, técnicas de neuroestimulación, como la estimulación magnética transcraneal repetitiva (TMS) y neuromodulación, como la estimulación directa transcraneal, producen incrementos en la actividad cerebral en áreas homolaterales lesionadas, ofreciendo prometedoras vías para la reorganización cerebral”
Apuesta por una atención integral
Los expertos insisten en que la rehabilitación debe abordarse de una manera integral, combinando las esferas física, cognitiva y social, debido a la complejidad de las lesiones cerebrales. “En estos casos, cualquier tipo de función sensorial, cognitiva, conductual, motora o automática puede verse amenazada. Su gravedad y presentación varían con el tiempo y combinadas, producen una infinidad de problemas funcionales, no sólo motores, sino en el uso del lenguaje, en la percepción visual, dificultades de aprendizaje, etcétera. También son frecuentes los trastornos de humor, los cambios de personalidad, la depresión o la ansiedad”.
Información procedente de: http://neurologia.publicacionmedica.com
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