Visualizan los primeros cambios del cerebro con Alzheimer
Desde hace tiempo se sabe que la enfermedad de Alzheimer empieza en una zona concreta de cerebro: la corteza entorrinal (Braak & Braak, 1991),
que es el hall de acceso al hipocampo, una estructura del cerebro
relacionada con la memoria y el aprendizaje. Desde esta zona, situada en
el lóbulo temporal, se extiende a otras estructuras del cerebro como la
corteza parietal, una región del cerebro implicada, entre otras
funciones, en la orientación espacial y la navegación.
Pero ahora por primera vez investigadores de la Universidad de
Columbia han logrado visualizar este proceso, en las primeras etapas, en pacientes vivos mediante resonancia magnética de alta resolución y han comprobado que el alzhéimer empieza específicamente en la región lateral de la corteza entorrinal (CEL), que juega un papel clave en la consolidación de la memoria a largo plazo, entre otras funciones”, explican los investigadores.
Los investigadores sospechan que el alzheimer se propaga
“funcionalmente”, es decir, al comprometer la función de las neuronas en
la corteza entorrinal lateral, lo que a su vez pone en peligro la
integridad de las neuronas en las áreas adyacentes.
Otro hallazgo importante del estudio es que la disfunción de
la corteza entorrinal lateral tiene lugar cuando se producen cambios
simultáneos en dos proteínas características de la enfermedad de
Alzhéimer, tau y la proteína precursora amiloide (APP). ”La corteza
entorrinal lateral es especialmente vulnerable a la enfermedad de
Alzheimer, ya que aquí normalmente se acumula tau, lo que la hace más
propensa a que se deposite también APP. Juntas, estas dos proteínas
dañan las neuronas de de la corteza entorrinal lateral, preparando el
escenario para la aparición de la enfermedad de Alzheimer”, señala una
de las autores principales, Karen E. Duff.
Estos hallazgos podrían mejorar la detección temprana de la enfermedad,
lo que permitiría a los medicamentos ser más efectivos. Algunos
investigadores argumentan que no tiene sentido dar una medicación para
preservar la memoria cuando el hipocampo ya se ha deteriorado y no puede
cumplir su función. Detectar cuándo se ve afectada la corteza
entorrinal, permitiría actuar antes de que el hipocampo se deteriore
irreversiblemente. El estudio se publica hoy en la edición digital de la
revista Nature Neuroscience
En el estudio, los investigadores utilizaron una variante de alta
resolución de resonancia magnética funcional para localiza defectos
metabólicos en el cerebro de 96 adultos que participaron en el Proyecto
de Envejecimiento Washington Heights-Inwood Columbia (WHICAP). Todos los
adultos estaban libres de demencia en el momento de la inscripción.
“Esta investigación nos permitió seguir a un gran grupo de individuos
sanos de edad avanzada, algunos de los cuales han desarrollado la
enfermedad de Alzheimer. Nos ha dado una oportunidad única para obtener
imágenes y caracterizar los pacientes con enfermedad de Alzheimer en sus
primeras etapas, en la fase preclínica”, explica Scout A Small, que
lidera junto con Karen Duff el estudio.
De los 96 participantes, seguidos durante tres años y medio, 12
mostraron los primeros síntomas de alzhéimer, y en la imágenes de
resonancia los investigadores observaron que tenían una actividad
metabólica reducida en el CEL, en comparación con la de los 84 adultos
que estaban libres de demencia. Y esa actividad reducida se asociaba a
la pérdida de memoria.
Una segunda parte del estudio abordó el papel de tau y la APP, las
dos proteínas características del alzhéimer, en la disfunción del
CEL. Los estudios anteriores habían sugerido que la disfunción de la
corteza entorrinal se asociaba con anomalías tanto de la proteína tau
como de la precursora de la beta amiloide, pero no se sabía cómo
interactúan entre sí para producir esta disfunción, en particular en las
primeras etapas del Alzheimer preclínico, cuando aún no hay síntomas
visibles.
Para resolver esta cuestión el equipo creó tres modelos de ratón, uno
con niveles elevados de tau en la CEL; otro con niveles elevados de
proteína precursora de amiloide (APP), y otro con niveles elevados de
ambas proteínas. Los investigadores encontraron que la disfunción de la
corteza entorrinal lateral sólo se produjo en los ratones con niveles
elevados tanto de tau como de APP.
El estudio tiene implicaciones para la investigación y el tratamiento. ”Ahora
que hemos establecido claramente dónde empieza la enfermedad de
Alzheimer, y mostramos que esos cambios son observables mediante
resonancia magnética funcional, podemos detectar la enfermedad de
Alzheimer en su fase preclínica temprana, cuando puede ser más tratable y
antes de que se extienda a otras regiones del cerebro” destaca
Small. Además, este nuevo método de imagen podría ser utilizada para
evaluar la eficacia de los fármacos prometedores para el alzhéimer
durante las primeras etapas de la enfermedad.
Información procedente de: http://abcblogs.abc.es
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