Este es el “lado oscuro” del cerebro donde se original el mal
Gerhard Roth, conocido neurocientífico alemán,
asegura haber encontrado el punto exacto del cerebro donde se origina el
mal, una zona oscura que comparten asesinos, violadores y ladrones.
El mal es un misterio, una circunstancia
que puede intentar explicarse desde distintas perspectivas y, aun así,
no terminar de entender su origen y su razón de ser, el hecho
incontrovertible de que existe a pesar de que, se supone, lo deseable es
que no existiera.

Roth ha estudiado por varios años el
cerebro de criminales sentenciados, especialmente asesinos, violadores y
ladrones, en busca de similitudes que explicaran o descartaran una
relación entre estas conductas y alguna constante fisiológica.
Según sus conclusiones ―todavía
provisionales, como todo en la ciencia― esta manifestación del mal
podría originarse en un “mancha” que se ubica en el lóbulo central y
que, asegura el científico, comparten los cerebros de estas personas.
Para descubrir esto, Roth y su equipo
analizaron las ondas cerebrales de convictos mientras estos veían videos
breves que mostraban escenas de violencia explícita, constatando la
respuesta más o menos previsible de que las áreas donde se registran
emociones como la compasión o la pena, simplemente no mostraron ninguna
actividad.
Lo sorprendente, sin embargo, fue que al
tomar radiografías del cerebro de los criminales, en casi todos ellos
puede observarse una masa oscura en la región central, la cual sugiere,
según Roth, que existe una predisposición genética a la violencia,
aunque igualmente influyen factores de neuroquímica (en particular
relacionados con la segregación de serotonina). En cualquier caso, dice
el investigador, “esta es definitivamente la región del cerebro donde el
mal se forma y donde este se esconde”.
Asimismo, por sus investigaciones el
científico asegura que “no hay dos criminales iguales” y, por el
contrario, la maldad encuentra al menos tres caminos claramente
distintos entre sí.
El primero de ellos, el del criminal
“psicológicamente sano” que crece en un ambiente donde golpear, robar y
asesinar son conductas aceptadas; el segundo, el criminal mentalmente
perturbado que ve al mundo como una amenaza y, ante un pretexto más o
menos circunstancial, da rienda suelta a su furia; finalmente, los
psicópatas como Hitler y Stalin, en quienes la maldad no es congénita,
sino resultado del entorno donde crecieron y se desarrollaron.
Sin duda conclusiones polémicas que, a
pesar de la legitimidad que habitualmente se le otorga a la ciencia, no
parece sencillo aceptar como respuesta al problema del mal.
También en Pijama Surf: Neurocientíficos determinan que el mal no existe, pero ¿están en lo ‘correcto’?
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