Si se pudiera predecir el Alzheimer, ¿querrías saberlo?
Aunque no se puede predecir con certeza el desarrollo de la enfermedad, las encuestas indican que la mayoría preferiría conocerlo de antemano. Laboratorios de todo el mundo buscan un método fiable para predecir un mal para el que todavía no hay cura.
El padre de Brian Moore murió a los 89 de años de la
enfermedad de Alzheimer. Moore es neuropatólogo en la escuela
universitaria de Illinois y ha realizado centenares de autopsias de
pacientes con la enfermedad, pero la muerte de su padre le despertó una
duda: ¿tendría él las mismas posibilidades de desarrollar la enfermedad?

Moore envió su kit con una muestra de saliva y al cabo de seis
semanas pudo conocer el resultado. Las noticias eran tranquilizadoras:
su perfil genético contiene dos alelos de APOE3, la variante más común, y
su riesgo de desarrollar la enfermedad se sitúa dentro de la media.
"Era una forma de asegurarme", explica Moore. "Sé que no es
determinante, y que el ambiente y el estilo de vidas son importantes.
Pero al menos tengo esa base cubierta".
Saber o no saber
De momento, acceder a este tipo de información no sirve para nada. En la Fundación CIEN, el doctor Juan Álvarez-Linera
trabaja en el análisis de la neuroimagen para realizar un diagnóstico
de la enfermedad, y algunos de sus equipos siguen estrategias nuevas,
como detectar la pérdida del sentido del olfato,
que podría ser un indicador temprano de la enfermedad. "El dilema de
este tipo de diagnósticos", reconocía el doctor Álvarez-Linera, "es que
se trataría de conocer que vas a desarrollar una enfermedad para la que
todavía no hay cura". ¿Quién querría saber algo así?
Una encuesta realizada en cinco países (incluida España) por la Escuela de Salud Pública de Harvard en 2011 indicaba que más del 85 por ciento de los sujetos prefieren conocer de manera precoz que van a desarrollar la enfermedad.
El estudio también mostró que un alto porcentaje de la población cree
erróneamente que existe un test para saber de forma efectiva si alguien
tiene la enfermedad y que se dispone de tratamientos para hacer su
progreso más lento. El Alzheimer era, además, la segunda enfermedad más
temida en los cinco países solo por detrás del cáncer.
Ahora imaginemos que el doctor Moore hubiera conocido con certeza que
va a desarrollar la enfermedad de Alzheimer de la misma forma en que le
ocurrió a su padre. La información podría servirle para prepararse,
mejorar su estilo de vida y contratar un seguro que le permita pagar los
cuidados que necesitará en un futuro. Pero existe el riesgo de que las
propias compañías aseguradoras usaran esta información genética del
individuo en un futuro para evaluar su póliza, y el asunto no está aún
bien regulado. "Antes de hacerse cualquier análisis genético", asegura a
The Washington Post Jill Goldman, asesor del Instituto
Taub, "la gente debería hacerse un seguro de larga duración". En
cualquier caso, siempre queda la esperanza de que se encuentre una vía
para, si no curar, sí al menos ralentizar los efectos de la enfermedad.
Futuro moldeable
La búsqueda de estrategias para detectar el Alzheimer pasa por el
análisis de las imágenes cerebrales, el estudio genético, la detección y
seguimiento del deterioro cognitivo leve y hasta el análisis de la
presencia de ciertas sustancias en la sangre. A pesar de los esfuerzos,
aún no existe la posibilidad de predecir la enfermedad. Su aparición es
una combinación de la herencia genética, el modo de vida y los factores
ambientales. Diana Bozza cuida de su hermana gemela
Deborah desde hace dos años. Son gemelas monocigóticas, pero solo la
segunda ha desarrollado la enfermedad de Alzheimer y ha perdido todos
los recuerdos. "Es verdad que yo me cuidaba más", asegura Diana a lainformacion.com.
"Las dos fumamos, pero yo lo dejé a los 30 años. Yo empecé a hacer
ejercicio en aquella época y todavía lo hago". Y "claro que tengo miedo,
¿quién no lo tendría?", añade.
El mayor estudio realizado hasta ahora sobre gemelos y Alzheimer
fue coordinado por Margaret Gatz desde la Universidad de Southern
California, y analizó los casos de 4.225 parejas del registro sueco de
gemelos. El resultado mostró una concordancia del 45% para gemelos
idénticos. "En otras palabras", aclara Gatz, "si uno de los hermanos
desarrollaba la enfermedad, había un 45% de posibilidades de que el otro
hermano la desarrollara también".
Este tipo de estudios muestran que el ambiente tiene un papel fundamental en la aparición de la enfermedad, pues si fuera solo la carga genética se esperaría una concordancia del 100%.
Tener un estilo de vida sano, permanecer mentalmente activo hasta una
edad avanzada y hacer ejercicio se ha mostrado como la estrategia más
segura para prevenir la aparición de la enfermedad. En otras palabras,
no existen unas posibilidades predeterminadas de padecer Alzheimer y
podemos moldear nuestro propio futuro. Una vez que conocemos esto, tal
vez la cuestión ya no es si queremos o no saber nuestro futuro, sino si
no deberíamos empezar a prevenir desde ya sin necesidad de ningún test.
Información procedente de: http://noticias.lainformacion.com
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