El cerebro decide cuánto vivirás.
Científicos de EE.UU. alargan la vida un 20% en experimentos con ratones | El envejecimiento coordinado de los distintos órganos se regula desde el hipotálamo
El cerebro humano todavía sigue siendo una gran incógnita GYI
El hipotálamo, un núcleo de neuronas del tamaño de una almendra que todos los vertebrados tenemos en la base del cerebro, es el centro de control que regula el envejecimiento y la longevidad
de un organismo. Así lo demuestra una investigación de la Escuela de
Medicina Albert Einstein de Nueva York presentada en la revista Nature
que supone un cambio de paradigma en la comprensión del envejecimiento.
Los autores de la investigación proponen estrategias para prevenir los
problemas de salud derivados del envejecimiento y para aumentar la
longevidad.
En experimentos realizados con ratones, estas
estrategias han permitido alargar la vida alrededor de un 20%. Asimismo,
han evitado la pérdida de neuronas característica del envejecimiento y
el mantenimiento de una buena capacidad de aprendizaje hasta edades
avanzadas. Si estos resultados se pueden extrapolar en el futuro a la
especie humana, significaría que las personas de 90 años podrían estar
tan bien de salud como lo están actualmente las de 75.
“El
próximo paso de la investigación será desarrollar fármacos que puedan
actuar sobre el envejecimiento en el hipotálamo”, ha declarado Dongsheng
Cai, director de la investigación, por correo electrónico. Su objetivo,
explica, no es tanto alargar la vida como combatir problemas de salud
asociados a la edad como el declive cognitivo o el deterioro
cardiovascular. Pero Cai advierte que pasarán años antes de que estos
fármacos estén disponibles. “Tenemos interés en continuar la
investigación hasta llegar a los ensayos clínicos –afirma-, pero primero
tendremos que hacer suficientes pruebas en roedores”.
¿Cómo es
posible que los diferentes órganos y sistemas del cuerpo humano
envejezcan de manera coordinada?, se preguntaron los investigadores. ¿Y
cómo es posible que en unas especies como los hámsters el crecimiento,
la reproducción y el recambio generacional se completen en dos años,
mientras que en otras como algunas tortugas puedan llegar a los
doscientos? Una posible respuesta es que exista un centro de control en
alguna parte del cerebro que regule el ciclo vital de las especies y que
orqueste el envejecimiento coordinado de las distintas partes del
cuerpo.
En estudios anteriores, los investigadores de la Escuela
de Medicina Albert Einstein se habían centrado en los efectos de la
inflamación en el cerebro. La inflamación, en medicina, no se refiere
únicamente a la reacción aguda de hinchazón, enrojecimiento y dolor que
se produce, por ejemplo, en la zona de una herida. Se refiere también a
una reacción menos visible pero más persistente en que el sistema
inmunitario trata de proteger al cuerpo de agresiones pero acaba
causando más daños de los que evita. La inflamación crónica, favorecida
por agresiones como el exceso de calorías en la dieta o los tóxicos del
tabaco, aumenta el riesgo de enfermedades asociadas al envejecimiento
como las cardiovasculares, el alzhéimer, la diabetes tipo 2 o algunos
cánceres.
Cai y su equipo habían descubierto que la inflamación
afecta al hipotálamo y que esto, a su vez, aumenta el riesgo de síndrome
metabólico –una combinación de trastornos que suele incluir
hipertensión, exceso de grasa abdominal, exceso de colesterol y mal
control del azúcar en la sangre, todos ellos factores de riesgo
cardiovascular que suelen aumentar con la edad-.
Al analizar qué
ocurre exactamente en el hipotálamo cuando recibe señales de
inflamación, los investigadores han identificado ahora las proteínas
NF-KB como piezas clave de la trama. Estas proteínas, descubiertas hace
27 años, son estrellas emergentes de la biología molecular. Con
múltiples funciones en el organismo, están involucradas en un elevado
número de cánceres, en enfermedades autoinmunes y en la defensa ante
infecciones, radiaciones o radicales libres.
En el hipotálamo,
los experimentos de Cai y su equipo han demostrado que la inflamación
provoca un aumento de NK-KB, lo cual acelera el envejecimiento. “Los
ratones mostraron una pérdida de fuerza muscular, de grosor de la piel y
de capacidad de aprendizaje”, explica Cai. “Exhibieron un
envejecimiento sistémico que acortó sus vidas”.
En cambio,
bloquear la actividad de NF-KB en el hipotálamo tuvo el efecto
contrario: frenó el envejecimiento y alargó la vida de los ratones en un
20%.
En experimentos posteriores, los investigadores demostraron que NF-KB
ejerce su acción sobre el envejecimiento a través de la hormona GnRH
(nombre completo: hormona liberadora de gonadotropina). Estas dos
sustancias se regulan entre ellas como un balancín: cuando NF-KB sube,
GnRH baja y viceversa.
Los investigadores comprobaron que el descenso de GnRH en el
hipotálamo acelera el envejecimiento. Pero, en uno de los resultados más
espectaculares de la investigación, los animales a los que se
administró la hormona en el hipotálamo dejaron de perder neuronas con la
edad y mantuvieron intacta su capacidad de aprendizaje.
La GnRH,
por otra parte, juega un papel central en la reproducción. De ella
dependen, por ejemplo, la regulación del ciclo menstrual en mujeres y la
formación de espermatozoides en hombres. Al relacionar el
envejecimiento con la GnRH, los investigadores proponen así un mecanismo
para explicar cómo se regula el ciclo vital de las especies, desde los
dos años de los hámsters a los doscientos de algunas tortugas.
Son
resultados “muy interesantes”, destaca Manuel Serrano, investigador del
Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas (CNIO) en Madrid. Aunque
“la relación entre inflamación y envejecimiento era conocida”,
recuerda, la gran novedad “es que sea a través del hipotálamo”.
En
esta misma línea, los investigadores Dana Gabuzda y Bruce Yankner, de
la Escuela de Medicina de Harvard (EE.UU.) escriben en Nature que la
conclusión de que “el envejecimiento por inflamación se debe a la
integración de respuestas inmunitarias y hormonales en el hipotálamo es
un nuevo paradigma”.
Al margen del avance teórico que suponen
para la ciencia del envejecimiento, los nuevos resultados también abren
la vía a aplicaciones prácticas. “Es fascinante que sea posible actuar
sobre el hipotálamo para frenar el envejecimiento y aumentar la
longevidad”, declara Cai. Para conseguirlo, “tenemos dos estrategias
potenciales”.
Una opción sería explorar una terapia hormonal para
restaurar los niveles de GnRH en el hipotálamo. La otra, buscar una
terapia inmunitaria para inhibir la reacción de inflamación que eleva la
cantidad de NF-KB. A la espera de que se desarrollen fármacos eficaces y
seguros para conseguir este objetivo, señala Cai, la inflamación
crónica se puede mantener a raya con un estilo de vida saludable que
evite el exceso de calorías en la dieta y otras agresiones ambientales.
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