Tratar de sacar a un enfermo de alzhéimer de su realidad puede confundirle.
Intentar sacar de su realidad a un enfermo de alzhéimer en la fase avanzada de la dolencia, cuando, además de dejar de ser quien era por la pérdida de su memoria, comienza a sufrir limitaciones en el lenguaje o en la conducta, puede producir mucha confusión en el paciente.
En estos estadios de la enfermedad, es más
recomendable “seguirles la corriente” de alguna manera, lo que no
implica “tratarlos como si fueran bobos, porque no lo son, sino que
tienen limitada su capacidad de juicio, e intentar traerlos al recuerdo
de una manera indirecta”; es decir, dándoles “pistas” de la realidad
para que ellos puedan venir a ella por sí mismos.
La neuróloga María del Carmen Pérez Viéitez ha expuesto estos consejos en la nueva edición del Aula de Pacientes del Hospital de Gran Canaria Doctor Negrín, dedicada esta vez a los “cuidados al cuidador de pacientes con demencias”.
Esta especialista ha recalcado que cuidar a un enfermo de alzhéimer
“no es algo que se escoge, sino que se tiene que aprender”, de ahí que
haya llamado la atención sobre la importante responsabilidad que se
adquiere a la hora de atender los requerimientos de unos pacientes que
sufren una enfermedad que “nunca se sabe cuándo va a terminar, ni de qué
manera”.
Ser una persona muy tranquila, con capacidad de adaptación a cada
etapa de la enfermedad, que es diferente en cada paciente, y de entender
que la patología “progresa y que no se pueden hacer nada por evitarlo”
son algunos de las características que debe reunir un “cuidador ideal”
de un enfermo de alzhéimer.
Pérez Viéitez ha destacado que estos cuidadores suelen sentirse
culpables por no considerarse suficientemente capacitados para tratar a
estos pacientes y por tener que tomar decisiones difíciles “sin ningún
apoyo”, de ahí que haya insistido en la necesidad de saber pedir ayuda y
delegar funciones en personas del entorno del enfermo.
Esta neuróloga del centro Doctor Negrín se ha referido a las ayudas y
apoyos no farmacológicos que pueden encontrar los cuidadores de
pacientes con demencias tanto en los gabinetes psicológicos de las
asociaciones de enfermos como en los trabajadores sociales que les
asisten en los centros de día, si bien ha subrayado que el médico que
lleva al paciente es el que mejor les puede orientar sobre su medicación
y sobre las medidas que pueden tomar en el día a día.
Aunque en fases iniciales de la enfermedad es recomendable tratar al paciente con terapias de recuerdo, reafirmación y orientación en el entorno, en su estadio avanzado el cuidador debe ser “muy flexible” con el enfermo, a quien, cuando afirme que su madre, fallecida hace muchos años, ha venido a verle, no se debe decir que ha muerto, porque para él sería como recibir la noticia por primera vez.
En estas situaciones, lo mejor es preguntarle qué tal estaba su
progenitora y “seguirle la corriente en todo lo que sea imprescindible”
para, posteriormente, “darle la noticia real, por decirlo así, o darle
pistas sobre ella, y que él mismo venga a la realidad”, sin necesidad de
“traerlo bruscamente”.
La doctora ha informado de que los cuidadores de este tipo de
enfermos, que suelen ser aislados, aunque cuenten con apoyos puntuales,
suelen sufrir trastornos psicológicos como ansiedad y depresión, otros
de tipo alimentario, además de insomnio, agotamiento físico y sobrecarga
emocional, ésta última muy relacionada con los trastornos de conducta
que puede desarrollar el paciente.
Además, ha destacado que otro de los obstáculos que pueden encontrar
estos cuidadores, cuando se trata de los hijos del enfermo, se relaciona
con las situaciones en que éstos se revelan cuando sienten que su
autonomía se limita, ya que comienzan a depender de sus descendientes. Y
a estos les cuesta, a su vez, aceptar que tienen que tomar decisiones
por sus ascendentes, lo que genera en ellos sentimientos de culpa y
duda.
Para la neuróloga María del Carmen Pérez, el ingreso de estos pacientes en una residencia “no es una decisión médica”, sino que ha de tomarse cuando no se pueda garantizar su adecuado cuidado en su domicilio, que, en principio, es el mejor sitio para tratarlos y donde muchos llegan a pasar todo el proceso de su dolencia, con una buena cobertura social, muchos hijos y disponibilidad de tener cuidadores externos en momentos puntuales, además de la asistencia a centros de día.
En cualquier caso, la especialista ha insistido que en estos casos no
se debe hablar de enfermedad, sino de enfermos, porque no hay dos
iguales ni existe una línea estándar que se pueda seguir de una manera
general para tratarlos.
“Cada caso es un mundo y cuando empiezas nunca sabes ni cómo ni cuándo va a acabar”, ha referido.
Información procedente de: http://www.efesalud.com

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