Apuntarse a nuevas actividades puede retrasar el Alzheimer.
Las experiencias cognitivas complejas protegen al cerebro del deterioro.
'Úsalo o piérdelo', una máxima que también podría aplicarse al
cerebro, concretamente para protegerlo del Alzheimer. Según un estudio realizado con ratones,
mantener una estimulación cognitiva prolongada y exponerse a nuevas
actividades puede ayudar a retrasar esta enfermedad neurodegenerativa,
que en España afecta a unas 700.000 personas, aproximadamente.
Estudios anteriores ya apuntaban que el ejercicio,
la mente activa y las relaciones sociales retrasaban la aparición de
demencia en enfermos de Alzheimer. Esta investigación, a diferencia de
los anteriores trabajos, que eran epidemiológicos, proporciona evidencia
científica preclínica (en ratones) que corrobora esta idea.
A pesar de esta novedad, remarca Jacques Selmés, médico y secretario
de la Fundación Alzheimer España (FAE), "el gran problema de la
investigación con modelos animales es que la enfermedad se manifiesta
únicamente en humanos". Por eso, lo que hacen es inducir la enfermedad
en estos animales.
Un equipo de expertos del Centro de Enfermedades Neurológicas del
departamento de Neurología del Hospital Brigham y de Mujeres (EEUU)
analizó cómo influía el medio ambiente en un modelo de ratón salvaje
que, al parecer, es "más parecido al humano en cuanto al desarrollo del Alzheimer".
Al inicio del ensayo, los roedores vivían en jaulas en un laboratorio
sólo con comida y agua. Se les fue introduciendo múltiples objetos
nuevos y ruedas para correr. Los investigadores observaron que esta
continua exposición a situaciones diferentes incrementaba la liberación de noradrenalina
(un neurotransmisor implicado en el control de funciones como la
atención y la excitación) y aumentaba la actividad en el locus coeruleus
(una región cerebral involucrada en la respuesta al pánico y al
estrés). En definitiva, se intensificaban los niveles de excitación, el ritmo cardiaco y la presión arterial.
Como explica Dennis Selkoe, uno de los autores del ensayo, publicado en la 'Neuron',
la exposición prolongada a este tipo de ambientes, cargados de
elementos innovadores, activa emociones relacionadas con una proteína
denominada beta amiloide.
El Alzheimer se produce cuando dicha proteína se acumula y forma lo
que se conoce como 'placas seniles' en el cerebro. Esta acumulación
puede bloquear las células nerviosas cerebrales y poco a poco llevar a
una erosión de los procesos mentales, como la memoria, la atención y la
capacidad de aprender, comprender y procesar la información. Al
parecer, las emociones que causan estos ambientes activan determinados receptores cerebrales
que ayudan a que la beta amiloide no se acumule y, además, mejora la
comunicación entre las células nerviosas. "Esta relación entre la
estimulación y los receptores adrenérgicos" es muy interesante, comenta
el doctor Selmés.
Estos resultados, reza el estudio, se confirmaron tanto en los
ratones jóvenes como los de mediana edad, lo que significa que la
enfermedad se puede retrasar
antes de que aparezca. Y un dato más: Selkoe y su equipo comprobaron
que las actividades nuevas protegían más contra el Alzheimer que incluso
el ejercicio aeróbico. En investigaciones previas ya se había
demostrado que mantenerse físicamente activo es útil para frenar el
avance del Alzheimer.
Este trabajo, concluye Selkoe, "proporciona un mecanismo molecular
sobre por qué la aparición del Alzheimer se puede retrasar en las
personas con experiencias cognitivas más ricas y complejas".
Información procedente de: http://www.elmundo.es
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