La colocación de nanoimplantes con dopamina en el
cerebro podría ser una cura para el mal de Parkinson, de acuerdo con la
propuesta de Patricia Vergara como parte de su Doctorado en
Investigación Psicológica de la Universidad Iberoamericana.
La primera fase de la investigación Nanoimplantes para tratar el mal de Parkinson consistió en obtener nanopartículas con base en dióxido de titania para poder estabilizar a largo plazo, y dentro de los implantes, a la dopamina, un neurotransmisor que regula diversas funciones cerebrales como las motoras, explicó la institución en un comunicado.
Óscar Galicia Castillo, jefe de Procesos Básicos del Laboratorio de Neurociencias del Departamento de Psicología de la Ibero y tutor de Vergara, indicó que una vez estabilizada la dopamina, se indujo farmacalógicamente el Parkinson en ratas para afectar sus funciones motoras, como coordinación, fuerza y velocidad.
Luego se insertaron los nanoimplantes en sus cerebros, como parte del tratamiento contra esa enfermedad.
Tan pronto despertaron de la cirugía para la colocación de los nanoimplantes, los roedores comenzaron a recuperar sus funciones dañadas por el Parkinson y, de hecho, lograron una mejora en su conducta motora entre 90 y ciento por ciento.
El resultado decidió a Vergara y a él continuar una segunda fase de la investigación en primates, posiblemente macacos o monos de cola verde, para inducirles el Parkinson y luego insertarles también los nanoimplantes.
Al igual que con las ratas, la idea es que las nanopartículas permanezcan en el cerebro de los monos, pues el dióxido de titania es una sustancia que al ser hipoalergénica no produce respuesta inflamatoria, ni inmunológica importante en el cerebro, lo que le permite ser inadvertida por el organismo y operar de manera funcional.
No obstante, antes de comenzar la experimentación con simios se deberán ajustar algunas variables importantes de la fase en ratas, como la cantidad de dopamina y de implantes que será necesario utilizar, detalló Galicia Castillo.
El responsable de Procesos Básicos del Laboratorio de Neurociencias consideró que por los resultados obtenidos en ratas la investigación también podría tener éxito en el estudio con los primates, lo que les daría una mayor aproximación al cerebro humano.
Sin embargo, aclaró que todavía queda un trecho largo para dar el salto a seres humanos, pues primero hay que observar cómo se comporta el implante en el cerebro de los monos, y si la dosis es suficiente para mantener saludable a un simio, un mamífero de gran tamaño.
También especificó que el proyecto nanoimplantes para tratar el mal de Parkinson se encuentra en una fase intermedia, pero confió en que "la esperanza de poder ofrecer alguna alternativa para esa enfermedad nos lleve a poder asociarnos con instituciones de salud pública que estén interesadas en nuestra investigación".
La primera fase de la investigación Nanoimplantes para tratar el mal de Parkinson consistió en obtener nanopartículas con base en dióxido de titania para poder estabilizar a largo plazo, y dentro de los implantes, a la dopamina, un neurotransmisor que regula diversas funciones cerebrales como las motoras, explicó la institución en un comunicado.
Óscar Galicia Castillo, jefe de Procesos Básicos del Laboratorio de Neurociencias del Departamento de Psicología de la Ibero y tutor de Vergara, indicó que una vez estabilizada la dopamina, se indujo farmacalógicamente el Parkinson en ratas para afectar sus funciones motoras, como coordinación, fuerza y velocidad.
Luego se insertaron los nanoimplantes en sus cerebros, como parte del tratamiento contra esa enfermedad.
Tan pronto despertaron de la cirugía para la colocación de los nanoimplantes, los roedores comenzaron a recuperar sus funciones dañadas por el Parkinson y, de hecho, lograron una mejora en su conducta motora entre 90 y ciento por ciento.
El resultado decidió a Vergara y a él continuar una segunda fase de la investigación en primates, posiblemente macacos o monos de cola verde, para inducirles el Parkinson y luego insertarles también los nanoimplantes.
Al igual que con las ratas, la idea es que las nanopartículas permanezcan en el cerebro de los monos, pues el dióxido de titania es una sustancia que al ser hipoalergénica no produce respuesta inflamatoria, ni inmunológica importante en el cerebro, lo que le permite ser inadvertida por el organismo y operar de manera funcional.
No obstante, antes de comenzar la experimentación con simios se deberán ajustar algunas variables importantes de la fase en ratas, como la cantidad de dopamina y de implantes que será necesario utilizar, detalló Galicia Castillo.
El responsable de Procesos Básicos del Laboratorio de Neurociencias consideró que por los resultados obtenidos en ratas la investigación también podría tener éxito en el estudio con los primates, lo que les daría una mayor aproximación al cerebro humano.
Sin embargo, aclaró que todavía queda un trecho largo para dar el salto a seres humanos, pues primero hay que observar cómo se comporta el implante en el cerebro de los monos, y si la dosis es suficiente para mantener saludable a un simio, un mamífero de gran tamaño.
También especificó que el proyecto nanoimplantes para tratar el mal de Parkinson se encuentra en una fase intermedia, pero confió en que "la esperanza de poder ofrecer alguna alternativa para esa enfermedad nos lleve a poder asociarnos con instituciones de salud pública que estén interesadas en nuestra investigación".
Información procedente de: http://www.cronica.com
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